…De pie, viendo fijamente la entrada del sitio desde una esquina no veo nada raro, mil pensamientos fulminan mi mente, no parece un recinto muy alegre aun así no me decido a irme y olvidar que estuve ahí o quedarme a sufrir mi destino, después de algunos minutos noto que a unos pasos de la entrada conversan dos sujetos, muy cercanos uno del otro pareciera que susurran. No me molesta, no me interesa y maldigo varias veces mentalmente mi manía de ser indeciso.
Prendo el ultimo cigarrillo de la cajetilla, comienzo a caminar lenta pero firmemente hacia la puerta de la entrada, noto que no hace viento, miro un momento al cielo obscuro, despejado, algo raro en estas fechas pues casi siempre llueve todo el tiempo, aspiro una gran bocanada de humo del cigarro y lo mantengo, vuelvo a maldecir al tiempo, a la lluvia faltante, a mi suerte, al hecho de no tener una excusa para regresar mis pasos y largarme de ahí, suelto el humo.
Los sujetos dejan de hablar, me observan, me escrutan de pies a cabeza mientras camino hacia ellos, los nervios me dominan, meto mis manos a los bolsillos del pantalón, diablos, solo mis llaves y el celular, pienso en la televisión mientras deseo que no sea una noche problemática, inflo un poco el pecho para aparentar mas músculo y volumen, empuño el celular para tener apoyo al golpear y me concentro en un plan de escape para correr como demonio. Uno de ellos se para en la puerta y me da la bienvenida, con voz cantarina, tenue, como de mujer, me dice que no es permitido fumar adentro. Suspiro, me relajo y pienso que es mi último cigarrillo, con la habilidad de un perezoso lo apago en la suela de mi zapato para guardarlo en mi camisa.
La puerta es amplia, negra y vieja, como todo el lugar, después se extiende un pasillo obscuro, angosto, claustrofóbico. Saliendo a una sala en forma de media luna, donde se alinean algunas sillas, ocupadas al parecer, supongo que la puntualidad no es mi fuerte, frente a ellas, un par de mesas unidas están cubiertas con una gran manta que deja ver algunas letras griegas, bordadas en dorado.
De entre los asientos se alza una mano haciendo ademanes, me percato que es mi amigo Antonio, el culpable de todo, el ser que mas odio por hoy, por el momento, al acercarme me invita a sentarme a su lado quitando una mochila de una silla contigua, al verlo a los ojos entiende mi odio injustificado.
Del otro lado de la mesa están sentados unas personas viejas, canosas, supuse que insatisfechas con la vida por la forma fría y vacía de sus miradas, discutiendo cosas teológicas, metafísicas, psicológicas, o filosóficas, no soy bueno en esos temas, mato el tiempo poniéndoles un poco de atención, no entiendo, pasado algunos minutos volteo a ver a Antonio para reclamarle de su retorcida definición de “gran fiesta divertida”, me interrumpe para decir algo trillando y decadente sobre abrir mi mente, es todo, me levanto lenta pero ruidosamente para hacer énfasis que tengo algo que decir, silencio y miradas curiosas, dentro de mi le doy gracias al dios en turno por este momento, clavando mi mirada en los viejos debatientes solo atino en decirles, “ toda la mierda que dicen solo provoca que la que tengo en mi intestino quiera salir a vomitar”.
Salgo del lugar lo mas rápido que mis pasos me indican, sin voltear, sin chistar, sin ánimos. Afuera saco y enciendo lo que quedo de mi ultimo cigarro, el celular suena, lo apago, es viernes, apenas las diez, no hay taxis y me pierdo caminando en el olvido de la noche…
Salgo del lugar lo mas rápido que mis pasos me indican, sin voltear, sin chistar, sin ánimos. Afuera saco y enciendo lo que quedo de mi ultimo cigarro, el celular suena, lo apago, es viernes, apenas las diez, no hay taxis y me pierdo caminando en el olvido de la noche…
"Comandante Foca de la nave dimensional "Pagophilus groenlandicus"
Hacia el Consejo de Guerra Interdimensional.
Transmision Fuera. "
Hacia el Consejo de Guerra Interdimensional.
Transmision Fuera. "
